Ayer fue el cumpleaños (número 15 según cuenta) de nuestra compañera Azucena, mejor conocida en el bajo mundo como Mar. Muy amablemente nos invitó a pasar el domingo en una casa que cuidan sus padres en la bonita costa de Armería. Asistentes: Mar, Julián, Angy, Teca, Iris, Papirrín y yo.

La casa está espectacular y eso que sólo conozco la parte de abajo (es de dos pisos), pero la zona importante es la que podemos usar. En la foto anterior se muestra el desayunador (quiero pensar), pero lo usamos para comer frijoles con elote y costillas, también hubo postre, pero no tengo idea qué era exactamente. Muy bueno todo.
Esta parte es donde se supone que es para sentarse (por ahí hay una banca) y reposar la comida antes del evento principal. Claro que esto pasa sólo en mi mundo automatizado y correcto, yo me salté esta parte.

Claro que nunca falta el que reposa la comida de más y tiene que salir de la zona principal de emergencia, creo que ninguno tuvo el problema, al menos que yo haya visto, también sirve para otras actividades no tan urgentes. Le comenté a Teca que el baño parecía entrada de taberna neoyorkina, me contestó: "nunca he visto una".
Y claro, el evento principal. El chapuzón en la alberca. Siempre he pensado que hay pocas cosas que puedan igualar el pistear, fumar y cotorrear dentro de una alberca, terminé con cloro por todos lados, pero valió la pena. La foto la tomé antes de que nos metieramos porque solemos bañarnos totalmente desnudos y trato de mantener este blog para toda la familia.
Parecía ser que la alberca estaba muy grande y nadie quería perderse en su inmensidad, ya que todos estabamos reunidos alrededor de esta caja mágica, de vez en cuando unos se alejaban, pero por alguna extraña razón regresaban como abejas al panal, ¿será miedo a la soledad?
Pues básicamente es lo que hicimos ayer: comimos, reposamos, desechamos, gozamos y nos reunimos (a cotorrear). Por cierto, si alguien pregunta, me costó 25 mil pesos conseguir estas fotos (chiste local).
¡Gracias Mar!
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